PALCO PREMIER: LA FIESTA POR LOS 80 AÑOS DEL BÉISBOL INVERNAL – Tomateros

PALCO PREMIER: LA FIESTA POR LOS 80 AÑOS DEL BÉISBOL INVERNAL

Jorge Luis Telles Salazar

La próxima temporada de la Liga Arco Mexicana del Pacífico (LAMP), cuyo arranque está programado para el viernes 11 de octubre (en cuatro meses ya) no será tan solo una más: será una campaña en la que desde el principio y hasta el final se conmemorarán los 80 años de la práctica del beisbol profesional en esta región de nuestro país, ya extendida hacia el Noroeste y el Occidente de México.

Esto lo hace muy especial. Tan especial qué durante toda su edición, serie tras serie, los diez clubes llevarán a cabo eventos alusivos a lo que será el octagésimo aniversario del beisbol invernal mexicano, cuyo desarrollo se divide en cuatro etapas diferentes, aunque con muchas similitudes entre sí:

– Liga de la Costa, de 1945 a 1958.

– Liga de Sonora, de 1958 a 1965.

– Liga Sonora-Sinaloa, de 1965 a 1969.

Y Liga Mexicana del Pacífico, de 1969 y hasta la fecha, reforzada por su inclusión a la Confederación de Ligas Invernales del Caribe, en 1971.

Aquí, un breve viaje en retrospectiva por el tiempo:

La primera de ellas, la legendaria y romántica liga de la Costa, se jugó durante 13 temporadas: la primera, la 45-46; la última, la 57-58. Fueron 13 años históricos para el beisbol de invierno, con la participación de destacadas figuras de los Estados Unidos, Cuba y otras naciones caribeñas, aunadas a los grandes talentos de la pelota nacional de por aquella época.

Ese exceso de calidad, precisamente, fue lo que propició la desaparición de la Liga de la Costa. Los jugosos sueldos de los jugadores marcaron un crecimiento exponencial de las nóminas, a tal grado que todos se declararon incompetentes para su cobertura. Oficialmente, la liga de la Costa murió en el verano de 1958, tras una acalorada asamblea llevada a cabo en el salón de la Sociedad Mutualista de Occidente, justamente aquí en Culiacán.

La gente de Sonora, sin embargo, decidió emprender una nueva aventura, exclusivamente en plazas del vecino estado del Norte y así nació la liga de Sonora, en condiciones apropiadas a la economía de los dueños de las franquicias. Aquí, en Sinaloa, comenzó a gestarse, a su vez, el alumbramiento de una liga más modesta todavía: la Liga del Noroeste.

La Liga de Sonora llevó a cabo, con razonable éxito, su primera temporada, en el mismo año de la desaparición de la Liga de la Costa. Fue la 58-59 y así se mantuvo hasta la 64-65, cuando Horacio López Díaz, el presidente del circuito, invitó a Culiacán (don Juan Ley Fong) y a Mazatlán a formar parte de la Liga, ya en su séptimo año de existencia.

¿Qué detonó esta invitación?

La celebración del juego de estrellas entre las ligas de Sonora y Noroeste -en enero de 1965-, con un lleno histórico en el entonces rustico y pequeño estadio “Angel Flores”. Una entrada récord para la época, cuyo desenlace pasó a los archivos como el juego suspendido por falta de pelotas. Se acabaron las bolas en la octava entrada, cuando Sonora ganaba 9-1 y cuando todas las pelotas habían quedado ya en manos de los aficionados, que se aglutinaban por todos los rincones del parque.

-Esta gente está ávida de ver buen béisbol; tienes que entrarle ¡anímate compadre!- le dijo Horacio López Diaz a don Juan Ley Fong, cuando cenaban, después del juego, en la casa de la familia Ley, de la colonia Almada, a solo un par de cuadras de distancia del icónico estadio “Angel Flores”.

Don Juan Ley Fong le tomó la palabra; puso a su hijo Juan Manuel al frente del proyecto y así, en octubre de 1965, los Tomateros de Culiacán y los Venados de Mazatlán debutaron en aquella Liga de Sonora (que ya incluía a los Cañeros de los Mochis) y que cambió su nombre al de Sonora-Sinaloa. Culiacán, sin nada de que presumir en la liga del Noroeste, compró a todo el equipo de Santiago Ixcuintla -eterno campeón en Nayarit -; le puso a todos el uniforme guinda y ahora sí, a jugar de verdad.

Y como Sonora-Sinaloa esta liga se mantuvo hasta la temporada 1969-1970, cuando se transformó en la flamante Liga Mexicana del Pacífico, un nombre rimbombante y apantallante, que se mantiene hasta la actualidad, aunque ahora con una modificación por razones empresariales: Liga Arco Mexicana del Pacífico. El circuito de etiqueta, le llaman algunos cronistas deportivos.

Al día de hoy, en efecto, es la Liga Arco Mexicana del Pacífico, cuyo éxito no es casual, -ni tampoco de todas las plazas- a las que se han sumado equipos del Noreste, como Sultanes de Monterrey y del Occidente, como los Charros de Jalisco.

A través de los años, el progreso de la liga ha sido simple y sencillamente sorprendente en todos sus aspectos: en el deportivo, en el económico, en el administrativo, a los que se ha sumado el de la innovación en las últimas temporadas, en el afán de presentar un espectáculo de creciente calidad.

Y aquí, precisamente, es donde queríamos llegar puesto que todos estos factores están ubicados a la medida para coincidir y hacer, de la 2024-2025, una temporada sensacional.

Así de fácil.