SERIE DEL CARIBE CULIACÁN-2017, ÉXITO ARROLLADOR – Tomateros

SERIE DEL CARIBE CULIACÁN-2017, ÉXITO ARROLLADOR

Jorge Luis Telles Salazar

El comité organizador de la Serie del Caribe Culiacán 2017 – presidido por Héctor Ley López y operado por Jaime Blancarte Pimentel – garantizó lo que estaba en sus manos; sin embargo, no aquello que estaba fuera de su alcance. Es decir: el éxito del torneo en todos sus aspectos; pero no la coronación del equipo representante de nuestro país porque asegurar algo como esto es prácticamente imposible, en un deporte tan circunstancial como el beisbol.

Y si.

De hecho este comité (que habitualmente encabeza la directiva de la plaza anfitriona, más allá de su papel en la temporada de la Liga Mexicana del Pacífico) comenzó a trabajar en tal dirección desde hace poco menos de un año y el esfuerzo, el orden y la disciplina institucional que caracteriza a la familia Ley dio un resultado que rebasa, con mucho, hasta la más optimista de todas las expectativas. La Serie del Caribe recientemente terminada dará mucho de qué hablar y muchos años pasarán para que pueda ser superada a cabalidad.

En efecto, para no ir muy lejos, 16 calendarios tuvieron que transcurrir para que se organizara una competencia caribeña mejor a la de 2001, efectuada precisamente en esta ciudad, bajo la dirección de Juan Manuel Ley López. Lo logrado aquella vez fue algo que quedó bien grabado en el orgullo del mayor de la dinastía, de tal forma que los actuales directivos del club Tomateros de Culiacán – y a la sazón, responsables del evento – se fijaron metas mayores, como la mejor manera de honrar la memoria de Juan Manuel, quien se nos adelantó en el viaje sin regreso, un año antes de ver cristalizado un nuevo sueño: Culiacán-2017.

El éxito del que hablamos no ha sido, para nada, obra de la casualidad. Antes bien, es fruto natural de un arduo trabajo, escrupulosamente realizado, de muchas horas de esfuerzo y de una sincronización prácticamente perfecta del equipo que se armó meses atrás, especialmente para el efecto. Nada quedó a la casualidad: a partir de la estructuración del comité organizador, las reuniones entre sus miembros se hicieron cosa de todos los días; se asignaron tareas especìficas; se fijaron objetivos a corto, mediano y largo plazo y las oficinas de Tomateros de Culiacán se convirtieron en las del comité organizador de tan magno acontecimiento.

Paralelamente a ello, la directiva de la franquicia guinda también comenzó a laborar en la conformación de un equipo no solo de alta competencia, sino como aspirante natural al título de la temporada 2016-2017 de la Liga Mexicana del Pacífico y en ese proceso se llevaron a cabo una serie de cambios que modificaron sustancialmente la fisonomía de un plantel que una campaña atrás ni tan siquiera logró su calificación a los “play offs”. Y Tomateros tuvo una buena campaña, especialmente durante la primera vuelta; pero en la segunda incidieron una serie de circunstancias que no evitaron la caída a un bache del cual ya no pudo salir, con todo y que se quedaron a solo 9 outs de su calificación a la gran final.

Eso, el campeonato para Culiacán era algo por lo que se lucharía a lo largo de todo el año; pero sin comprometerlo con certeza porque esto, anticipar la conquista de un título o predecir un resultado, es lo único imposible en el beisbol.

Eliminados los Tomateros, en el último juego de la ronda de semifinales, se tomó la decisión de armar un equipo con lo mejor de los ocho clubes, sobre la base de la novena campeona, tal y como lo establecen los estatutos de la Confederación de Ligas del Caribe y si se logró un magnífico team, en el que convergieron peloteros de casi todas las franquicias. Un equipo, para acabar pronto, con un roster que, una vez dilucidado, lo convirtió en uno de los favoritos para ganar el clásico beisbolero de la región.

Y bueno, tampoco se logró el que hubiese sido el campeonato número diez para nuestro circuito invernal – a pesar de que se calificó a la gran final por quinta ocasión en forma consecutiva -; pero su actuación quedó lejos de un fracaso, como ya algunos lo sugieren por ahí. Todo terminó en un subcampeonato, que se definió en la décima entrada, luego de un tórrido partido que mantuvo a más de 20 mil aficionados al filo de la butaca.

La reacción final de ese gran público de Culiacán fue de reconocimiento, expresado a manera de una mayúscula ovación al equipo puertoriqueño. Claro, todos deseábamos intensamente disfrutar un nuevo título aquí en nuestra ciudad capital; pero no se logró, sencillamente, porque aqui se gana y se pierde y uno de los dos quedaría en el lado bueno de la balanza.

Sin embargo, el desfavorable resultado deportivo – en función de que no se alcanzó el cetro  – no opacó para nada el resonante éxito de la Serie del Caribe Culiacán-2017. Vivimos una verdadera fiesta fraternal cuyo recuerdo durará muchísimos años.

¿De acuerdo?

= LA DE CULIACAN ¡QUE AFICION! =

Y bueno.

Mención aparte, por supuesto, lo merece la afición de Culiacán. ¡Qué público, señores míos!

Hace 16 años, la fanaticada de nuestra ciudad se ganó el reconocimiento general por su decidido apoyo a los Naranjeros de Hermosillo en la Serie del Caribe Culiacán-2001, a pesar de que el club de la capital de Sonora es el odiado rival, siempre en un terreno estrictamente deportivo. Por lo demás, sinaloenses y sonorenses somos una sola raza, una familia, una fraternidad verdadera y sincera.

De tal magnitud fue el respaldo de la gente de Culiacán a aquellos Naranjeros de Hermosillo, que la directiva de ese club publicó, a los pocos días, una inserción de prensa en la que dejaba en claro su agradecimiento al público de nuestra ciudad.

Ahora, 16 años después, la historia se repitió. Corregida y aumentada.

Desde el primer bateador de la competencia, la fanaticada local hizo suyo a Aguilas de Mexicali, sobre cuyo uniforme tradicional vistió el de México, como una manera de estimular el sentimiento nacionalista por encima del regional. Buena decisión; pero de todos modos el respaldo del público hubiese sido incondicional.

Y así fue: desde el primero hasta el último bateador del juego del martes por la noche, de parte de un público que no perdió la fe en ningún momento. Algo más: fue el público de Culiacán el que llevó siempre la batuta. Cierto, tuvimos muchos visitantes; pero fueron nuestros aficionados, los de casa, quienes hicieron aplastante mayoría en el estadio. Más de 20 mil por jornada, incluso en aquella en la que no jugó México – impensable en otras sedes -, lo que habla del interés por el torneo.

Bajo esta circunstancia fue que se vivieron siete días de intensa fiesta, tanto dentro como fuera del parque e incluso en muchos puntos de la ciudad, transformados en un auténtico carnaval, disfrutado intensamente tanto por locales como foráneos, quienes eso sí, dejaron una importante derrama en la economía de la ciudad.

Excelente el balance final, ni tan siquiera menguado por los vergonzosos acontecimientos de los últimos días en Culiacán, de los cuales la gente del beisbol es la menos culpable de ello. Ni eso: todo mundo feliz y el deseo de más Series del Caribe en la capital de Sinaloa.

Ojalá.

= LA ESTADISTICA =

Y para el dato.

Tras Culiacán 2017, Puerto Rico se consolidó como el segundo lugar en títulos ganados en Series del Caribe (la de la época moderna) con once en total.

Le sigue México, con nueve.

Venezuela, con seis.

Cuba, con uno.

Y República Dominicana, el gigante de la zona, con 19 en total.

Para los Criollos de Caguas, como equipo, apenas el tercero de su historia, con una observación: los tres campeonatos, en territorio mexicano: Hermosillo 1974, Hermosillo 1987 y ahora Culiacán-2017.

Algo más: Puerto Rico no celebraba una corona desde hace 17 años. La última, en el 2000, con los Senadores de San Juan, en Santo Domingo, República Dominicana.

Está usted informado, amigo lector.

Y con esto, nos despedimos, con nuestros deseos de siempre: que Dios los bendiga.

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