LANZÓ UN JUEGO PERFECTO SEMI-BORRACHO
El 17 de mayo de 1998 David “Boomer” Wells se despertó esa mañana con una gran resaca, pues una noche anterior, había estado de fiesta y según sus propias palabras, llegó al Yankee Stadium “medio borracho, con los ojos vidriosos y tambaleándose un poco”.
Aún en ese estado, luchando contra las náuseas y con un gigantesco dolor de cabeza, Wells, estaba a punto de subir a la lomita para enfrentar a los Twins de Minnesota. Cualquier otro día, cualquier otro lanzador, habría sido suficiente para pedir el día libre. Pero Wells no era cualquier lanzador, y ese no iba a ser cualquier día.
Aunque por lógica pareciera que este lanzador no tendría un gran día debido a su estado, David estaba teniendo una de sus mejores actuaciones. Quizás era el alcohol aún en su sistema, tal vez era el instinto puro de supervivencia, o posiblemente era el béisbol en su forma más cruda y auténtica, fuera lo que fuese, Wells estaba imparable.
A medida que avanzaba el juego, la tensión en el Yankee Stadium era palpable, ya que el lanzador estaba lanzando un juego perfecto. Absolutamente nadie sabía que Wells estaba medio borracho y con esa manera de lanzar nadie lo iba a pensar.
En la novena entrada, con dos outs, Wells se enfrentó a Pat Meares. Un último lanzamiento, un roletazo al campocorto, y la historia estaba escrita. David Wells, el hombre que horas antes apenas podía mantenerse en pie, había lanzado el juego perfecto número 15 en la historia de las Grandes Ligas.
De la manera más inesperadas, Wells realizó una gesta que muy pocos pueden lograr en el mejor béisbol del mundo. Lo que parecía que iba a ser un día para el olvido, se convirtió en el mejor de su vida.
Por más raro que parezca, David Wells no es el primer jugador de los Yankees en saltar al diamante borracho, pero esa historia la conoceremos otro día.