EL LANZADOR HISTÓRICO QUE LANZABA CON 3 DEDOS
El béisbol, deporte de leyendas y hazañas increíbles, a veces nos regala historias. Una de estas narrativas extraordinarias tiene como protagonista a Mordecai Peter Centennial Brown, más conocido como “Three Finger” Brown, un lanzador que convirtió lo que muchos considerarían una desventaja en su arma secreta.
A finales del siglo XIX, en una granja de Indiana. Un joven Mordecai, con apenas 7 años, sufrió un terrible accidente con una máquina cosechadora, eso lo llevó a perder gran parte de su dedo índice y daños severos en su dedo medio. Para muchos, este incidente habría significado el fin de cualquier sueño deportivo. Para Brown, fue solo el comienzo de una historia legendaria.
Lejos de rendirse, Brown descubrió que su mano deformada le permitía lanzar la pelota con un efecto inusual. Su bola curva, en particular, adquirió un movimiento tan impredecible que los bateadores rivales a menudo parecían estar abanicando al aire.
Cuando Brown llegó a las Grandes Ligas en 1903, su apodo de “Three Finger” ya lo precedía. Pero fueron sus actuaciones en el montículo las que realmente dejaron boquiabiertos a aficionados y rivales por igual. Con los Chicago Cubs, Brown se convirtió en una pieza fundamental de uno de los equipos más dominantes de la era.
Sus números hablan por sí solos: 239 victorias, una efectividad de 2.06 (la tercera mejor en la historia de las Grandes Ligas) y dos Series Mundiales ganadas. Pero más allá de las estadísticas, era el espectáculo de ver a Brown en el montículo lo que cautivaba a los aficionados. Su mano de tres dedos, aferrándose a la pelota de manera única, se convirtió en un símbolo de superación y determinación.
Los bateadores rivales a menudo se quejaban de que era imposible seguir el movimiento de sus lanzamientos. El gran Ty Cobb, considerado uno de los mejores bateadores de todos los tiempos, una vez dijo: “Se necesita una lupa para ver la pelota de Brown”.
Cada vez que vemos a un lanzador superar adversidades o desarrollar un estilo único, es imposible no pensar en “Three Finger” Brown. Nos recuerda que, en el béisbol, como en la vida, nuestras supuestas debilidades pueden convertirse en nuestras mayores fortalezas si las abordamos con la actitud correcta.