PALCO PREMIER: PRIMERA SERIE DEL CARIBE EN SINALOA
Jorge Luis Telles Salazar
(de mi libro en proceso “Crónicas de Victoria”)
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Mazatlán, Sinaloa; sábado 04 de febrero de 1978. Carnaval y Serie del Caribe.
Decir ambiente de fiesta se queda corto ante lo que se vive en el viejo estadio “Teodoro Mariscal” de esta ciudad. Ha comenzado la Serie del Caribe y en el parque de pelota no hay un solo asiento disponible. Lejos de eso, es insuficiente para dar cabida a los miles de aficionados que pretenden disfrutar la primera experiencia en un torneo de esta magnitud. De aquí la gente saldrá, en tumulto, rumbo al paseo Olas Altas, para gozar, más tarde de la coronación de la reina del Carnaval. El horario se ha acomodado a fin de que los visitantes vivan ambas fiestas sin mayores problemas: beisbol y Carnaval. Desde el atestado paseo costero, a corta distancia, nos llega la brisa del mar; pero la tarde es esplendorosa.
Tomateros de Culiacán es el campeón y el representante de la Liga Mexicana del Pacífico en esta Serie del Caribe, tras vencer a los Cañeros de los Mochis en seis partidos, con el apoteótico jonrón de Jesús Sommers frente a Bruce Kevin Stanfield. Es la primera serie del Caribe en la historia de la franquicia y los culichis han tomado Mazatlán por asalto. El estadio se ha pintado de guinda y la música suena al ritmo de los hermanos Cota, de Guasave. Hay gente de todos los rincones de Sinaloa, de Sonora y de muchos otros puntos del país, incluso de los Estados Unidos. Infinidad de medios de comunicación acreditados. Frente a tan inesperada demanda, la pequeña sala de prensa deje mucho que desear.
Ya es la hora y los campeones Tomateros de Culiacán saltan al terreno de juego; pero, en realidad, poco ha quedado de esos Tomateros que se la rifaron en serio en la postemporada, apenas unos días atrás. Quienes están en la alineación son: Paquín Estrada (Yaquis de Obregón), en la receptoría; Willie Aikens (Yaquis de Obregón), en la primera base; Juan Navarrete (Yaquis de Obregón), en la segunda; Aurelio Rodríguez (Cañeros de los Mochis), en la tercera y Mario Mendoza (Mayos de Navojoa), en el campo corto. El pitcher abridor es George Brunet, de los Algodoneros de Guasave.
Solo hay tres Tomateros; los tres en los jardines: Rommel Canada, en el derecho; Jerry White, en el central y Ike Hampton, que toda la temporada jugó como receptor, en el izquierdo. Los Tomateros se quedan en la banca: Porfirio Ruiz, Joel Serna, Lauro Villalobos, Natanael Alvarado, Francisco Saiz y hasta Clarence Jones, estelar en Culiacán, pero en 1970, no en este 1978, con facultades visiblemente mermadas y poco ímpetu para la acción.
A mi juicio, con Paquín, Aurelio, Mendoza y Navarrete, una de las mejores representaciones de nuestro circuito en las cuatro series disputadas hasta el momento; pero no todos piensan lo mismo. Una buena parte de los fanáticos están inconformes, sin imaginar que allá abajo, en la sobriedad del dugout, los peloteros lo están más. Y tan lo están que, desde el arranque del partido, se lo plantean al manager Raúl Cano:
-Estas son chingaderas. Nos partimos la madre durante todos los juegos de la temporada y nos pagan con esto: no cuentes con nosotros, al menos por el juego de hoy.
Leones de Caracas, campeón de la liga de Venezuela, es el primer rival, no por casualidad sino porque en las series del Caribe el anfitrión habitualmente abre contra el enemigo mas débil; pero en la séptima los felinos están arriba en el marcador 7 carreras contra 3. Ha fallado el experimentado George Brunet y el relevo de Sid Monge ha estado para el olvido.
Y los peloteros agraviados cumplen con su amenaza. Con algunas excepciones se han negado ha entrar al campo de juego, a pesar de las indicaciones de Raúl Cano, en tanto no conversen con Juan Manuel Ley, el propietario del equipo. Lo hacen al final; pero ya se perdió el primero.
Y el segundo y el tercero también. Hay victoria hasta el cuarto, ya con la causa total y absolutamente perdida.
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Bueno.
En mayor o menor grado, la práctica de desmantelar al equipo campeón ha sido estrategia recurrente, a partir de 1971 cuando la Liga Mexicana del Pacífico apareció en el torneo, con los Naranjeros de Hermosillo como su representante. Así ha sido. Temporada tras temporada.
A veces funciona, a veces no.
En realidad si es una situación injusta porque los peloteros que se la rifaron a lo largo de una campaña son sustituidos por elementos de los equipos que se quedaron en el camino, sean ya extranjeros o nacionales, sin que esto sea garantía de éxito en la Serie del Caribe. Lo que se pretende, a final de cuentas, es alcanzar niveles competitivos y buenos resultados.
A lo largo de la historia, México ha ganado nueve campeonatos y supera a los ocho de Venezuela; pero está muy por debajo de los títulos obtenidos por las potencias de la zona que son, por el momento, República Dominicana y Puerto Rico.
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Y bien.
Lo que sucedió en esta ocasión fue exactamente lo mismo de siempre.
A Cañeros de los Mochis, el equipo campeón, solo le dejaron diez peloteros de su roster original, el cual se redondeó con jugadores de otros clubes que llegaron, por lo menos, a la instancia de las semifinales.
Hay que decir, en honor a la verdad, que se armó un gran equipo, suceda lo que suceda porque la Serie del Caribe Caracas-2023 aún no termina.
Ahora si funcionó. Cañeros de los Mochis tiene el primer lugar en el bolsillo de la ronda “todos contra todos” y espera al ocupante del cuarto sitio, que será su rival en la ronda de semifinales. La colocación del adversario es lo de menos. Cualquier cosa puede suceder.
El título, en efecto, no está asegurado; pero ya Cañeros de los Mochis puede ufanarse de haber hecho un gran papel.
Felicidades.
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