PALCO PREMIER: FUERZAS EQUILIBRADAS ENTRE NARANJEROS Y TOMATEROS
Jorge Luis Telles Salazar
Desde la ciudad de Guamúchil -donde se resguarda del Covid 19, tras muchos años de residencia en la ciudad de México-, el amigo David López Gutiérrez, el mismo que fungiera como Director de Comunicación Social del Presidente Enrique Peña Nieto (entre 2013 y 2015) nos dice:
-Hace mucho que te quería hablar, para hacerte una respetuosa corrección: ustedes, todos los que escriben de béisbol, están en un error: los Naranjeros de Hermosillo no tienen más títulos en la Liga Mexicana del Pacífico, que los Tomateros de Culiacán. Bueno, en números reales si los tienen; pero hay un detalle, que Hermosillo suma siete temporadas más en la Liga que Culiacán.
Y añade:
-Hermosillo está en la Mexicana del Pacífico, desde su creación en 1958 como Liga de Sonora, Culiacán, en cambio, ingresó en 1965 -siete campañas después-, cuando nació la Liga Sonora-Sinaloa. Y déjame observarte algo más: de los 16 campeonatos que tanto presumen los Naranjeros, tres los logró cuando no estaban todavía los Tomateros: exactamente en las temporadas 60-61, 61-62 y 63-64. En ese tiempo, los Tomateros jugaban en la Liga del Noroeste y no se veía, al corto plazo, la posibilidad de que pasara a formar parte de la Liga Invernal de Sonora.
López Gutiérrez, aficionado al béisbol de hueso colorado y por lo que ahora vemos ferviente seguidor de los bicampeones Tomateros de Culiacán, profundiza:
-Ahora que los guindas llegaron ya a 13 coronas, es muy oportuno que se haga la precisión: si comenzamos a contar a partir de la temporada 1965-1966, que fue cuando llegaron los Tomateros, entonces Culiacán tiene 13 y Hermosillo 13 también. Digo: es justo rectificarlo porque las comparaciones son manzanas con manzanas, no manzanas con naranjas. Y si, en Hermosillo presumen mucho que son los multicampeones de la Liga Mexicana del Pacífico ¿Y Culiacán? En el mismo número de temporadas, los dos tienen trece, así que ya es hora que dejan de cantarlo tanto. En 55 campañas, son 13 para cada uno. Ni más ni menos.
¿Cómo la ve, amigo aficionado?
Bien.
Apreciaciones como las que nos hace el amigo David López Gutiérrez son, en efecto, matices de esa tremenda rivalidad que con el paso de los años se ha fabricado entre Tomateros de Culiacán y Naranjeros de Hermosillo, sanamente alimentada por los cronistas de ambas plazas y en especial por los de la radio, cuando -sin el alcance que tiene hoy la televisión- escuchar el juego de béisbol, era tan prioritario como acudir a la misa dominical.
Y al evocar a los grandes cronistas de la época, aquellos que gozaban con incrementar el enorme “pique deportivo” entre ambos equipos, nos vienen a la mente dos por cada bando: primero, Agustín D. Valdez contra Fausto Soto Silva y después Miguel Angel Ahumada Mariscal frente a Jaime Francisco Cortez, cuya primera plaza en la LMP fue precisamente aquí en Culiacán.
Ya fallecieron todos, excepto Jaime Francisco, quien sigue en la brega y es, de hecho, de los pocos que quedan -si no el único- de aquella gran época en la que la radio era amo y señor de los medios de comunicación, en lo que al tema béisbol corresponde.
Evidentemente, la televisión, su tecnología, su alcance y todas esas maravillas a su disposición, redujeron a la radio a un papel meramente secundario y ahora son ellos, sus representantes, quienes continúan esa tradición de mantener viva la gran rivalidad Naranjeros-Tomateros, a un grado tal de que ya no es solo el clásico de clásicos de la Liga Mexicana del Pacífico, sino del beisbol mexicano en general.
Aquí inciden, del lado guinda: Juan Angel Ávila, José Zazueta y nuestro hermano Fausto Castaños; en el otro frente: Oscar “Buki” Soria y Willy Valencia. En ambos teams, la pasión supera marcadamente a la objetividad, concepto desplazado a una letra muerta inobjetable.
Y no es que critiquemos, ni mucho menos, esta clase de periodismo; antes bien, estamos plenamente de acuerdo con estas características puesto que, en buena medida, esto es lo que ha hecho posible no solo el fortalecimiento de las grandes rivalidades, sino también la impresionante consolidación de la Liga Mexicana del Pacífico a nivel internacional, particularmente de plazas como Culiacán y Hermosillo, sin dejar de lado a otras como Mazatlán, Ciudad Obregón o Mexicali, a las que se suman ahora Guadalajara y Monterrey, que vienen por sus fueros.
Además, los cronistas deportivos no son robots ni nada que se les parezcan. Son personajes de carne y hueso que vibran con los triunfos del equipo de sus amores -¿o no Fausto? – y sufren y hasta lloran sus derrotas. Difícil permanecer impávido o indiferente ante un deporte que levanta tanta pasión como lo es el béisbol, más aquí, en estas latitudes, de la costa Norte del Pacífico Mexicano.
Precisamente aquí, fruto de estas pasiones, lo es esta observación que nos ha hecho David López Gutiérrez y en las que, la verdad de las cosas, razón no le falta.
¿O sí?
Ahora que.
De lo que no hay ninguna duda es de que, Tomateros de Culiacán y Naranjeros de Hermosillo son las grandes franquicias del béisbol nacional. Ninguna de ellas, por ahora, con tanta prosapia en el béisbol nacional e incluso en el de las naciones adheridas a la Confederación de Ligas del Caribe. Hermosillo tuvo su momento. Ahora es Culiacán, sin duda alguna.
Y es tanto el equilibrio existente entre estas dos organizaciones -el sueño dorado de todos los peloteros es jugar con uno o con el otro- que ni tan siquiera la estadística de la legendaria Liga de la Costa nos da elementos para romper ese empate entre Hermosillo y Culiacán.
Mire usted:
En aquella liga, Culiacán logró tres campeonatos y Hermosillo -¡adivinó!- tres también.
Los de Culiacán, que se llamaban Tacuarineros, en la temporada 1948-1949; en la 1949-1950 y en la 1951-1952.
Los de Naranjeros (Queliteros) en la 1946-1947; en la 1955-1956 y en la 1956-1957.
La primera temporada se jugó en 1945-1946 y el campeón fue Mazatlán. Y la última, en 1957-1958 y también la ganaron los Venados, que fueron, eso sí, los acaparadores de títulos en aquella icónica liga, con cinco en total.
Y bueno, si de lo que se trata es de romper ese empate entre Queliteros y Tacuarineros, pues quizás les sirva este dato:
En la temporada 1950-1951 se ideó, por vez primera, el sistema de dos vueltas, que sustituía al de rol corrido: Ostioneros de Guaymas ganó el primer giro y Culiacán el segundo; pero la conveniada serie final no se llevó a cabo, bajo el argumento del propietario del club de Guaymas, Florencio Zaragoza, en el sentido de que los Ostioneros eran los campeones por haber ganado más juegos que los Tacuarineros a lo largo de la campaña regular.
De acuerdo a las crónicas de la época, la verdadera razón por la cual el señor Zaragoza rechazó a celebrar la final fue porque, para cuando concluyó la segunda vuelta, ya le habían desertado la mayoría de los jugadores extranjeros y se veía en franca desventaja ante un Culiacán que había cerrado el año a tambor batiente.
Así las cosas, Guaymas se proclamó unilateralmente como campeón. Y Culiacán, también.
La directiva de la Liga de la Costa, sin embargo, declaró desierto el título. Y esa temporada 50-51, aparece sin titular en la historia del circuito.
Bajo esta perspectiva, Culiacán tendría tres campeonatos y medio y Hermosillo solo tres.
¿Se valdrá, amigo lector?
Y hasta aquí.
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Nuestros deseos: que Dios los bendiga.
Y nuestra recomendación: cuídense mucho. Ahora más que nunca…