Panamá ganó la Serie del Caribe y está listo para 2020
= Espectacular doble play del equipo del gran canal
= Beisbol agresivo, eficaz y sin nada de complejos
= En lo sucesivo, seis países en el torneo
Jorge Luis Telles Salazar
Panamá ganó su primer campeonato en Series del Caribe en 1950, con su equipo Carta Vieja, en la ciudad de San Juan, Puerto Rico, en la que fue apenas la segunda edición de este torneo, ideado por los presidentes de las ligas invernales de la Confederación del Caribe. El segundo, lo conquistó hace apenas un par de días, en el ya viejo estadio nacional Rod Carew, ubicado en un suburbio de la ciudad del canal, con los Toros de Herrera como representantes.
Entre 1949 y 1960 se desarrollaron un total de once series del Caribe, con la participación del mismo Panamá, Cuba, Puerto Rico y Venezuela y Panamá solo triunfó en una ocasión porque boricuas y cubanos se repartieron siempre los máximos honores, sin dejar nada para los panameños y menos para los venezolanos, que no lograron ningún título a lo largo de la primera versión del gran certamen de la pelota de invierno, con todo y que fueron sedes del mismo en tres ocasiones.
La victoria de la revolución cubana sobre el régimen de Fulgencio Batista trajo consigo la abolición del deporte profesional en la isla mayor de las Antillas y sentenció a muerte a la Serie del Caribe, cuya directiva todavía alcanzó a organizar una más, en 1960, justamente en Panamá, donde, para variar, Cuba obtuvo su séptimo cetro, ahora por conducto del equipo Cienfuegos, dirigido por Tony Castaños, que fuese, después, un manager ampliamente conocido en el beisbol mexicano.
Así, se extinguió la primera etapa de la Serie del Caribe, con 7 campeonatos para Cuba, 4 para Puerto Rico y uno más para Panamá.
Con Cuba fuera, por razones políticas y Panamá también, por motivos económicos, tuvieron que transcurrir largos diez años para la resurrección de la Serie del Caribe, lo que fue posible, gracias a los estoicos esfuerzos de los directivos de la Confederación de Ligas del Caribe, quienes invitaron a República Dominicana para la celebración de un triangular, junto con Venezuela y Puerto Rico, escenificado en enero de 1970 en el estadio universitario de Caracas, donde se coronó el equipo anfitrión: Navegantes de Magallanes, con Carlos Pascual al timón.
Para 1971, el evento adquirió forma, con la inclusión de México, representado por el campeón Naranjeros de Hermosillo, cuyo record de 2-4 envió a casa a los aficionados mexicanos – directamente del estadio Hiram Bithorm, ubicado en el barrio de Hato Rey, de San Juan Puerto Rico al aeropuerto de Río Piedras – tan felices como si hubiesen ganado el campeonato mismo.
Las ligas de Puerto Rico, Venezuela, República Dominicana y México, tuvieron la decisión y la fortaleza necesaria para mantener viva la Serie del Caribe hasta nuestros días, con una sola excepción: la de 1981, cuando Venezuela declinó a la organización del torneo, cuando ya los otros tres equipos aprestaban maletas para el viaje hacia Caracas. En todos estos años, la confederación estuvo a nada de claudicar, sin embargo logró salir adelante, con la complicidad de México, que en muchas ocasiones ha saltado como sede emergente, precisamente para sostener la continuidad del evento.
Cuba se unió en 2014, a invitación del presidente bolivariano Hugo Chávez y en apego a su excelente relación con Fidel Castro Ruz, para hacer más atractiva la serie en Isla Margarita y ahí está, todavía hasta la fecha, aunque solo en calidad de nación invitada.
Y ahora llegó Panamá y esta historia es tan nueva que usted la tiene muy fresca y que no la olvidará tan fácilmente, porque no se borrará tan fácil de la memoria de los aficionados.
Así de sencillo.
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Y bien.
Panamá, en efecto, no solo salvó la Serie del Caribe, sino que la abrió a seis participantes y los canaleros, además, lograron el campeonato, ante la sorpresa general.
Gracias a esto, Panamá ya se enlistó para la próxima serie que aparentemente tendrá lugar en la ciudad de San Juan, Puerto Rico, sin necesidad de participar en una fase eliminatoria, como lo eran los planes originales.
En efecto, de hecho ya la Confederación traía el proyecto de elevar a seis el número de competidores para el año entrante, para lo cual llevaría a cabo una fase eliminatoria – tipo Copa del Mundo de futbol – con el concurso de Panamá, Colombia y Nicaragua, con la intención de inyectarle mayores dosis de atractivos al evento.
Al parecer, ya no será necesario.
Evidentemente Panamá – con su equipo Toros de Herrera – se ganó a ley tal derecho, al conquistar brillantemente el campeonato y salvar, al mismo tiempo, la permanencia de la Serie.
El reto, hay que decirlo, no era nada fácil.
Por un lado, organizar el torneo en un periodo de poco menos de una semana, gracias a que la Confederación postergó por tres días más – del 01 al 04 – el inicio de la competencia. Y por otro, integrar un equipo al vapor, a pesar de que muchos de sus jugadores no estaban, ni por asomo, en sus mejores condiciones físicas.
La organización de una Serie del Caribe implica un mundo de cosas: capacidad hotelera disponible, vuelos, transporte terrestre, hospedaje, venta de boletos, instalaciones dignas y adecuadas, atractivos turísticos, logística y un sinfín de cosas más.
Y también la conformación de un plantel con habilidades suficientes para enfrentarse con alguna posibilidad de éxito al resto de los participantes.
Sin embargo, Panamá lo hizo, en solo unos días.
Y lo hizo bien. Más que eso: ¿Mejor? ¡Imposible!
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A manera de colofón.
Lo que no gustó mucho fue el modelo de competencias, con todo y que debe entenderse que en una emergencia, la excelencia queda de lado.
En nuestro programa radiofónica en Radio UAS – donde tuvimos como invitado al legendario cronista deportivo Fausto Castaños – advertimos que con este sistema, más de algún equipo quedaría eliminado en las primeras de cambio y que esto restaría motivación y adrenalina a los peloteros por el resto de la competencia.
Sucedió. Tal cual.
Y para colmo, ese equipo fue el representante de México. Charros de Jalisco, con dos derrotas en menos de 24 horas, estaba prácticamente fuera de la competencia, cuando todavía ni tan siquiera se desarrollaba la ceremonia inaugural.
Anticipamos, del mismo modo, la alta probabilidad de triple igualada en ambos grupos, lo que obligaría a la utilización de una serie de criterios de desempate al momento de acreditar los ocupantes del primero, segundo y tercer lugar, así como la definición de quienes protagonizarían el partido campeonil.
Y aconteció.
Lo rescatable de todo es que, como sea, la Serie del Caribe salió adelante y que la experiencia vivida deja muchas cosas positivas a aplicar, exitosamente, para el año entrante.
Y hasta aquí. Nos vamos ya, con los deseos de siempre: que Dios los bendiga.