El bateo de largo alcance, la gran Diferencia entre Tomateros y Charros – Tomateros

El bateo de largo alcance, la gran Diferencia entre Tomateros y Charros

= Adoleció Culiacán de un toletero de poder

= Jeovan Rosa constituyó un sonado fracaso

= ¿Parecido entre Robinson Cancel y Marte de Alejandro?

= Dolió la prematura eliminación; esperábamos mucho más

 

Jorge Luis Telles Salazar

 

Ya se acumulan, en un buen montoncito, las temporadas de la Liga Mexicana del Pacífico en las que Tomateros de Culiacán ha adolecido de uno o dos bateadores de largo alcance, de poder verdadero. De esos que inspiran respeto al pitcher contrario y que obligan, en todo momento, cambios en la estrategia defensiva del equipo adversario en turno.

En buena medida, Tomateros ha sustituido esa herramienta con peloteros veloces sobre los senderos, que suelen llevar a cabo todo tipo de jugadas y que son capaces de desquiciar al cuadro enemigo, con estafas de bases, dobles robos, bateo y corrido; quizás el prototipo sea Rico Noel, quien esta temporada no estuvo al cien por ciento, afectado por lesiones sufridas precisamente por sus características como pelotero.

En estos últimos años ha habido otros jugadores de condiciones similares con el equipo guinda y han sido factor para la conquista de los títulos de las temporadas 2014-2015 y 2017-2018, sin tener casualmente mucha dinamita en su línea de bateadores.

Se trata de un problema ya ubicado y se ha contratado, campaña tras campaña, a peloteros con excelentes números a la ofensiva y que se han distinguido, justamente, por su poderío ofensivo, según sus números en las ligas menores de los Estados Unidos y en algunos otros circuitos que se han convertido en una fuente de abasto para los distintos equipos de la LMP; pero, por desgracia, no han dado el resultado esperado.

 

 

Solo destellos y punto. Pare usted de contar.

Precisamente por esto fue que la directiva de Tomateros de Culiacán, con Héctor Ley a la cabeza, se inclinó por Jeovan Rosa como su refuerzo para la serie de repesca, sobre la base de que había sido colider en el departamento de cuadrangulares con 14 estacazos de vuelta entera y con una importante cantidad de carreras producidas. El refuerzo no solo fue bien aceptado por todos sino que se le ubicó como la pieza que le hacía falta a los guindas para la ratificación del campeonato tan brillantemente obtenido hace ya casi un año.

Rosa, sin embargo, fue un verdadero fracaso. Un autentico fiasco que lejos de ayudar al equipo terminó por hacerle daño al terminar por desplazar a elementos como Antonio Lamas y José Manuel Orozco – y no se diga ya a Maxwell León – que vieron el transcurrir de una temporada más sin recibir la anhelada oportunidad de trascender con el equipo en el que todos quieren jugar en la Liga Mexicana del Pacífico: Tomateros de Culiacán.

Y bueno, no hay que buscarle mucho para encontrar la diferencia entre Charros de Jalisco y el equipo de casa: el bateo de largo alcance.

Charros nos ganó a punta de garrotazos el segundo partido de la serie de repesca; el tercero y también el cuarto. Y en el definitivo, Jalisco solo bateó un mísero imparable (un doblete) y con eso nos echó fuera de la competencia. Más aún, el pitcheo de Tomateros les lanzó ocho entradas y dos tercios sin hit y fue el noveno bat el que le conectó el único, que fue, a la postre, el que produjo la carrera de la victoria.

La versión 2018-2019 de Tomateros fue buena; bastante buena diría yo. Lamentablemente se cayó de manera notable durante la segunda vuelta y ese mal fario los siguió hasta la repesca. Hay que reconocer que lucharon siempre, en todo momento; pero le faltó el punch que requería para buscar el bicampeonato.

Pero ¿sabe qué?

La directiva de Tomateros de Culiacán no solo le dio rápidamente vuelta a la pagina, sino que ya se sentó a analizar las causas de este desaguisado e inicio ya la planeación para la temporada 2019-2020, que arrancará en el mes de octubre. Y hoy, precisamente, tendrá un encuentro con los representantes de los medios de comunicación para hablar del futuro.

Ya le informaremos.

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Y bueno.

Hace ya varios años, había, en esta Liga Mexicana del Pacífico, un pelotero llamado Marte de Alejandro, que siempre era presentado como el coach de los Yaquis de Obregón. Siempre el segundo de a bordo del timonel de la nave en turno.

Y managers iban y managers venían. Algunos duraban una o dos temporadas; otros, solo una y una buena cantidad ni eso: ni siquiera una campaña completa.

En cierta ocasión, cuando iniciábamos carrera como cronistas deportivos en la sección especializada de El Sol de Sinaloa – a cargo de don Agustín D. Valdez (más que ganado lo de don) -, nos topamos con Marte en el lóbrego vestidor del club visitante en el legendario estadio “Angel Flores” y nuestra primera y única pregunta fue esa, precisamente:

-¿Por qué siempre como coach? ¿Por qué no manager del equipo?

Su respuesta fue contundente:

-Mi’jito – me dijo (yo era un melenudo chamaco de 17 años de edad) – te agradezco tus buenas intenciones; pero aquí estoy muy bien. Mira: he visto pasar a muchos como managers de los Yaquis; llegan y se van. Y yo aquí estoy, tranquilito, sin mortificaciones. Ni le muevas, por favor.

Cualquier parecido con la realidad es una mera coincidencia.

Digo.

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A manera de colofón.

Claro que dolió la prematura eliminación de Tomateros de Culiacán en la pasada serie de repesca contra los Charros de Jalisco. Sinceramente teníamos la seguridad de que el equipo estaba para más y que, ya de jodido, calificaría a semifinales a través del modelo de “mejor perdedor”.

La distancia entre Tomateros y Charros fue enorme a la conclusión del rol regular: Culiacán cosechó marca de 38 victorias contra 30 derrotas, por solo 32 triunfos y 35 descalabros del equipo de Guadalajara. En puntos, Culiacán fue el mejor con 12 y medio y Jalisco el peor, con 8 y medio.

Solo estadística, a final de cuentas.

Culiacán experimentó una baja gradual de juego a lo largo de la segunda vuelta y ya no pudo reponerse en postemporada. El equipo se apagó notablemente y las consecuencias todos las lamentamos por ahora.

Lo del bicampeonato quedó solo en buenos proyectos. La temporada ya terminó para el club de la capital de Sinaloa.

Habrá que esperar largos nueve meses para que regrese el beisbol de primera calidad a Culiacán. Y junto con este espectáculo, también regresarán nuevas ilusiones de triunfo para el legendario equipo guinda.

Y bueno, pues nos vamos ya, con nuestros deseos de siempre:

Que Dios los bendiga.